Artículo publicado por Mª José Díaz de Tuesta en EL PAIS el 17 de febrero de 2012.
Lo dijo la propia alcaldesa en su discurso de investidura el pasado 27 de diciembre: “Esta va a ser la legislatura del Plan General de Ordenación Urbana. Mi objetivo es que esté redactado al culminar la legislatura. Me gustaría que todos los madrileños se sintieran convocados a este proyecto. El Plan General tiene que ser un gran instrumento de participación y diálogo, de modernización y dinamismo. Un gran instrumento que nos permita crear las bases del Madrid del siglo XXI”. Aceptando la invitación de la alcaldesa, EL PAÍS ha pedido a cinco arquitectos y urbanistas de prestigio que expongan cómo debería actuarse para construir el Madrid del futuro. La época de las grandes construcciones ha terminado. Pero la crisis, coinciden todos, no tiene por qué ser freno para abordar lo más necesario.
Lo dijo la propia alcaldesa en su discurso de investidura el pasado 27 de diciembre: “Esta va a ser la legislatura del Plan General de Ordenación Urbana. Mi objetivo es que esté redactado al culminar la legislatura. Me gustaría que todos los madrileños se sintieran convocados a este proyecto. El Plan General tiene que ser un gran instrumento de participación y diálogo, de modernización y dinamismo. Un gran instrumento que nos permita crear las bases del Madrid del siglo XXI”. Aceptando la invitación de la alcaldesa, EL PAÍS ha pedido a cinco arquitectos y urbanistas de prestigio que expongan cómo debería actuarse para construir el Madrid del futuro. La época de las grandes construcciones ha terminado. Pero la crisis, coinciden todos, no tiene por qué ser freno para abordar lo más necesario.
ANDRÉS JAQUE: Construir lo mínimo
“Hay que mejorar la experiencia diaria de la ciudad. En las últimas décadas se ha consolidado en Madrid una constelación de parques de calidad, pero la experiencia de la ciudad es dinámica, y tan importante como los parques es cómo se conectan entre sí. La prioridad es, cambiando lo mínimo, habilitar corredores de alta calidad medioambiental que conecten el parque Juan Carlos I con el Juan Pablo II, con el parque Tierno Galván, con el parque de la Gavia, el parque de la Fuente del Berro, El Retiro, Sabatini, Madrid Río, Usera, la Casa de Campo, el Pardo, el parque del Oeste, la Ciudad Universitaria, la Dehesa de la Villa y el parque de Villa Rosa. En esos corredores deben habilitarse recorridos para bicicletas y peatones, pero también integrar los servicios públicos y el acceso a las instituciones culturales.
Madrid sigue siendo una ciudad con un centro muy activo y una extensa periferia poco articulada. El reto es cómo convertirnos en una ciudad policéntrica en la que cada barrio tenga sus oportunidades de interacción social. Sería estupendo poder detectar los lugares que ahora tienen éxito de convocatoria, como mercados de barrio, salida de los colegios, centros médicos, y agrupar ahí nuevos usos complementarios (guarderías, centros de día para mayores, locales de ensayo para músicos jóvenes). Muchas veces no hace falta habilitar nuevos espacios, sino jugar con los tiempos. ¿Por qué no usar los pasillos de los mercados, una vez que hayan cerrado sus puestos, como aulas de formación profesional para adultos?
Y, por último, en un contexto de crisis, el diseño de la ciudad tiene que fomentar la actividad económica. Es momento de inventar espacios para una actividad económica de escala micro. Y en esto hay que ser inventivos y facilitar el trabajo de gente con ganas de comprometerse en pequeños negocios, como business centers en espacios residuales de estaciones de Metro”.
LUIS FERNÁNDEZ-GALIANO: Ciudad, sí; urbanización, no
“Hay que apostar por la ciudad compacta y densa frente a la ciudad dispersa. Necesitamos más densidad, abandonar el modelo de urbanizaciones con chalés lejanos a los que hay que llegar con vehículo privado y regresar a los barrios densos, como los del centro, que permiten una ciudad más ecológica. Es una barbaridad la ordenanza de la Comunidad de Madrid que solo permite en el Vicente Calderón y la fábrica Mahou hacer casas de tres plantas y media y una buhardilla. Este modelo es profundamente enemigo de la sostenibilidad. Edificios más juntos no quiere decir más altos. La densidad del ensanche tradicional, como el barrio de Salamanca o el de Barcelona, es esencialmente buena. Y defender la ciudad jardín y dispersa por ser verde es un error absoluto porque es más costosa en infraestructuras, en mantenimiento, transporte, gasolina, calefacción... La densidad es sostenible y el cemento es más ecológico que el jardín.
Además, ahora es el momento de atender a lo pequeño, que da mucho más trabajo a la gente que las grandes realizaciones. En estos tiempos hay que dedicarse a tareas más pequeñas, como reparaciones y sustituciones de lo que existe con una puesta al día de una ciudad que tenemos cuajada en su forma. Por ejemplo, en Prado-Recoletos, quitar un carril es suficiente para dar dignidad a esa zona. Y hay que apostar por un urbanismo de sustracción, eliminar todo lo que sobra en las aceras atiborradas de señales, quioscos, pantallas y elementos inútiles. Hacer un urbanismo más digno. Delante del Museo Municipal han colocado una reja reduciendo el espacio público de la calle de Fuencarral que no deja ver la gran fachada. Son anécdotas ciudadanas, pero abordándolas se podrá conseguir una ciudad más limpia y amable.
SOL MADRIDEJOS: Sacarle partido a lo que tenemos
“En la etapa anterior se hicieron operaciones muy audaces y modélicas como la de Madrid-Río, pero queda mucho por hacer. Se debe apostar por la rehabilitación no solo de edificios, sino de espacios urbanos, y barrios como el de Tetuán. También en Azca, donde hay mala utilización del espacio público. En Madrid hay poca cultura de los espacios libres como parques, jardines, plazas. No se valoran como lo hacen en Barcelona o San Sebastián. No se les contempla como a otras edificaciones para las que hacen concursos públicos. No se trata solo de construir, sino de cuidarlos y valorarlos. Y revisar el catálogo de edificios protegidos. No proteger porque sí, sino incluir edificios del siglo XX de gran valor arquitectónico, como la torre del BBVA, de Sáenz de Oiza, o la de Catalana Occidente, de Rafael de la Hoz”.
JOSÉ MARÍA EZQUIAGA: Fortalezas y debilidades de Madrid
“Hay que empezar por reflexionar sobre las fortalezas y debilidades de la ciudad. Entre las primeras: la calidad de vida a pesar de todo, el peso de su historia, el valor del espacio público y su carácter abierto y cosmopolita. Las debilidades: el modelo de dispersión territorial debilita las actividades en el centro; las familias de mayor renta buscan espacios en la ciudad jardín y las de menor, en el área metropolitana.
La revisión del plan tendría que girar en torno a algunos principios: más transparente y sencillo; dar más voz a los ciudadanos y confiar en los colectivos de vecinos la gestión de los equipamientos públicos, como en Tabacalera; desburocratizar el proceso de concesión de licencias. Esto exige también una radical reducción de normas. Dejar espacios más abiertos a otros usos, como lugares de innovación donde quepan más alternativas. Por ejemplo, al final de Méndez Álvaro o en el entorno del río, donde hay solares vacíos.
Cada vez es más importante el microurbanismo, que no solo sean objeto del plan las grandes operaciones urbanísticas: lo pequeño también es hermoso. Y hay que permitir a la gente implicarse. Todo esto es muy difícil si no se coordinan el Ayuntamiento y la Comunidad, de tal forma que se puedan acercar a la ciudad la Sierra y los regadíos del Tajo, por ejemplo, que también son espacios verdes de Madrid.
En cuanto al Centro, hay que potenciar el espacio público, recuperar espacios para el ciudadano y reducir los del automóvil. Reverdecer la ciudad con corredores del centro al Río, reciclaje de áreas deterioradas, como Tetuán o Lavapiés. Y transformar otros espacios para distintos usos, como la Colina de los Chopos (Residencia de Estudiantes), los solares vacíos de Madrid-Río o la Ciudad Universitaria. También se pueden organizar ejes temáticos: Gran Vía-Prado-Matadero, Bailén-Atocha.
Y las nuevas urbanizaciones deberían ser objeto de un replanteamiento más radical y ocupar menos suelo para edificar. Si en un PAU caben 10.000 viviendas, que quepan las mismas en 60 hectáreas porque, a más densidad, menos coste y más espacio público. Y hacen falta más tipos de vivienda y tamaños, no solo la típica de tres dormitorios, y también que en los pisos pueda haber un centro cultural, un gimnasio…”.
BASURAMA (Juan López Aranguren): Autogestión y responsabilidad ciudadana
“Las ciudades tienen que tomar la responsabilidad y ponerse las pilas. Se deben crear lugares donde pueda construirse ciudad de forma que cualquier ciudadano, colectivo o agrupación pueda plantar árboles, poner un banco o una cancha de baloncesto. Por ejemplo, en las naves de Matadero que están vacías, en las naves industriales de las afueras o en los bajos comerciales. Hay mucha gente con ganas y capacidad de hacer cosas. Un ejemplo: abrir una oficina gratuita de arquitectos para orientar, como hacen durante el festival M3 de Barcelona. O un colectivo de arquitectos y albañiles que te ayude a construir. Son proyectos de autogestión para los que se necesita un marco de libertad y herramientas, no trabajos en una biblioteca que es una tomadura de pelo. El arquitecto ya no produce pensamiento ni crítica sobre lo que produce. Por eso, en lugar de heredar proyectos urbanos, que los propongan, y el Ayuntamiento dé las facilidades. Sería más barato y más ajustado a lo que se necesita.
Por otro lado, hay que dejar de hacer viviendas y recuperar las vacías. El primer problema es legal, que hace que a los propietarios les sea más rentable tenerla vacía que alquilarla. Por eso habría que penalizar las viviendas vacías. Y debe haber ofertas de vivienda para desplazamientos rápidos, para la mucha gente que se desplaza y no puede comprometerse a tener una vivienda fija.
En cuanto a movilidad, no está bien enfocada. No consiste en montar un carril-bici, sino en fomentar desde la Administración su uso como medio de transporte, montar rutas de casa al trabajo, cursos, talleres de arreglos de bici… Y todo se puede hacer con muy pocos recursos, con el dinero de un fasto se podría montar la ciudad. Alguna ya cuenta con rutas de calles tranquilas. El soterramiento de la M-30 solo ha favorecido al coche privado. En Sol, con una línea de Cercanías y el Metro, solo se fomenta la centralidad, en lugar de hacerlo en otros puntos. No se puede reducir todo al kilómetro 0. En la periferia, como Vallecas, Lavapiés o Tetuán, no hay nada, solo intentos de conectarlos con el centro y hay que hacer de esos barrios un centro atractivo. Lo mismo pasa con los PAUS, que no han generado vida propia y cada vez son menos sostenibles.
Y Madrid 2020 se hará en una ciudad ya esquilmada, un macroevento deportivo en una ciudad en quiebra. Estas políticas consumen muchos recursos que paga el ciudadano y aportan muy poco. Hay que cambiar el modelo, en lugar de un evento enorme apostar por otros más locales. Por ejemplo, el 15-M, que al ocupar Sol generó una llamada de atención enorme y después ir a los barrios a producir.
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