Exposición Lewis Hine. Hasta el 29 de abril en la Fundación Mapfre. Paseo de Recoletos nº 23. Entrada libre.
Artículo publicado por Raquel Quílez en elmundo.es el 27 de febrero de 2012:
Se dedicó a reivindicar la dignidad de aquellos a los que se la negaban. La de los inmigrantes que llegaban a EEUU sin nada, buscando un futuro; la de los niños-obreros, la de los desplazados... [VEA EL ÁLBUM] Lewis Hine (Wisconsin, 1874 – Nueva York, 1940) fue uno de los impulsores del documentalismo social. Dicen los expertos que no había intención estética en sus imágenes. El respeto debía venirle entonces de la mirada.
Fotografías en blanco y negro muestran la miseria de una época. Y la lucha de sus protagonistas para salir de ella. Una mujer polaca recién llegada a la Isla de Ellis (Nueva York) mira de frente al fotógrafo, un obrero maneja las máquinas de una central como si fuesen extensiones del cuerpo, un niño amputado por trabajar cuando no debe encarna la injusticia sin ser consciente... Y así, hasta 170 imágenes con las que la Fundación Mapfre recorre la trayectoria de Hine y nos recuerda qué fuimos.
Su obsesión fue siempre denunciar las condiciones de vida de la clase trabajadora, la tiranía de las ciudades que eclosionaban sin orden en EEUU. Eran tiempos de experimentar, de buscar los caminos del progreso. Y su cámara se aplicó en ello. En 1898, cuando estudiaba en la universidad de Chicago, comenzó a frecuentar a activistas de movimientos sociales, por entonces en plena efervescencia. Se preparó para maestro y cuando ejercía en la Ethical Culture School de Nueva York cayó en sus manos la primera cámara. Autodidacta, escogió la Isla de Ellis para formarse. Allí pasó largas jornadas retratando a los recién llegados en busca del sueño americano. Demasiados para una ciudad que se llenó de hambre, epidemias y delincuencia. Y Hine también lo captó, acompañándoles a las viviendas en las que se hacinaban y las fábricas en que trabajaban.
Del empleo infantil a la I Guerra Mundial
Su buen hacer se extendió entre los comités de reforma que proponían una mejora de las condiciones sociales y en 1908, el National Child Labor Committe, centrado en luchar contra el empleo de niños en la industria pesada, le contrató como fotógrafo oficial. Su trabajo consistía en documentar las malas prácticas: niños explotados en campos, minas y fábricas, recolectando algodón, vendiendo periódicos... Y funcionó: las imágenes se difundieron en revistas populares y el trabajo de su organismo contribuyó a que se promulgara una ley de protección laboral para menores.
"Si pudiera contar la historia con palabras, no tendría que ir cargado de una cámara", acostumbraba a decir Hine. Lo importante era el mensaje, que le convirtió en referente de la fotografía social un cuarto de siglo antes que los fotógrafos de la Farm Security Administration mostraran, con fines propagandísticos, las duras condiciones de vida de la población rural americana. Muchas organizaciones contrataron a Hine como testigo. Al terminar la I Guerra Mundial, la Cruz Roja americana le envió a Europa para fotografiar las consecuencias del conflicto y la situación de los desplazados. También con buen resultado: consiguieron un respaldo económico que llevaban tiempo pidiendo.
De vuelta a Nueva York, Hine se centró de nuevo en el mundo laboral, esta vez para mostrar la dignidad de los trabajadores. Fue entonces, entre 1930-1931, cuando elaboró el mítico reportaje sobre la construcción del Empire State. Con esas fotografías editó su único libro, Men at Work, una exaltación del hombre y la maquina.
Durante toda su vida, Hine reivindicó a los obreros y acabó sufriendo parte de su desprecio: con el tiempo, las entidades que le adoraban dejaron de contratarle y pasó los últimos años de su vida en manos de la beneficencia. Hoy los expertos le reconocen como antecesor de Walker Evans y Charles Sheeler. Y se le dedican retrospectivas como la que ha llegado a Madrid, que se acompaña de documentos y publicaciones de la época, algunos de ellos, inéditos.
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